Mi última conversación


Era de noche, como siempre. La luz del patio estaba encendida, pero iluminaba muy poco, lo suficiente para que nosotros dos nos viéramos las caras, aunque temíamos mirarnos a los ojos. Llovía tranquilamente, tal y como yo adoraba, y nada se oía más que nuestras duras palabras, y el maravilloso sonido de las gotas de agua cayendo sobre la madera y resbalando sobre las tejas del techo. 
Nosotros estábamos en la puerta, ni dentro ni fuera, sino en el límite, como solíamos ponernos cuando teníamos que charlar seriamente. Él estaba ahí, tranquilo y con los ojos bien abiertos, escuchando como siempre hacía. Yo... bueno simplemente estaba, intentaba huir de su mirada directa y penetrante, buscando las palabras más racionales que vinieran a mi mente. Él tenía muy buen carácter, y casi no era capaz de alterarse lo más leve. Su diálogo no obstante era firme y directo, como solía hablar cuando temía por la otra persona, porque no le gustaba lo que estaba oyendo. Yo, era un desastre. Siempre lo soy, pero cuando quiero llorar, intento huir como un cobarde, diciendo cosas que no quiero decir, pensando cosas que no quiero pensar. 

- ¿Y bien, ya has acabado? Tu postura me sorprende, no es propio de ti. 
+ Mi postura no te sorprende, pues ya me conoces. Sabías que te diría esto.
- Sin embargo me has llamado, ¿para que intente hacerte cambiar de opinión? 
+ No. Sólo necesitaba un amigo.
- .....
+ No suelo ser sincero con los sentimientos, no suelo decir la verdad de lo que siento. Sólo soy sincero con el resto de las cosas, con todo aquello que no le chive a nadie lo que siento por dentro. Odio la hipocresía, no aguanto la deslealtad, critico la tiranía, me enfurezco con el deshonor....
- Y eres incapaz de decir que estás destrozado, y que necesitas llorar con alguien a tu lado.
+....sí.

Salí bajo la lluvia. Quería sentir el frío de las gotas de agua sobre mis mejillas y mi frente. Quería sentir mi ropa empapada. Quería sentirme vivo. 

- El truco de llorar bajo la lluvia ya es muy viejo. Puedes volver aquí y llorar a cara descubierta, soy tu amigo.
+ También puedes venir tú aquí y llorar conmigo.
- No me apetece llorar.
+ Entonces deja que la lluvia resbale sobre tu cara, y llore por ti.

Ambos entramos dentro de la casa, nos sentamos ante la chimenea y cogimos un par de cubatas. 

+ Así que, ¿me has dicho que abandonas? 
- Técnicamente no, abandonar implica dejar de intentar, antes del fin de la batalla. Yo no he dejado de intentar, yo no he abandonado. He luchado. Hasta el final. He sido derrotado, no he abandonado.
+ Así que todo acaba aquí. Lo que ha ocurrido hasta aquí queda en un... 

No recuerdo exactamente cuáles fueron las palabras que salieron de su boca. Sólo recuerdo que me miró, y presté más atención a sus ojos que a sus palabras. Sus ojos mostraban comprensión, y sin embargo enfado. Estaban húmedos y pareciese que fuera a llorar, pero no lo hizo. Estaba en blanco. Por primera vez, la única persona que sabía siempre qué decir, se levantó de la silla, sirvió otro par de copas y dijo... "Hay un tiempo para todo" 
No ocurrió nada más, nunca volví a verle, ni a hablar con él. Yo odiaba las conversaciones inacabadas, odiaba quedarme con tantas cosas que decir, pero sobre todo con tantas cosas que escuchar. Me gusta escuchar a la gente, y mucho más a alguien que sé que me aprecia. Pero aquella conversación, simplemente quedó sin final para mi memoria. 

* Puedes para de hablar ya si quieres, descansa un poco. 
- Gracias.
* Hay algo que me ha llamado la atención, ¿por qué has hablado de todo en pasado: me gustaba, odiaba, yo era, etc?
- Bueno, simplemente quiero creer que todo forma parte del pasado, y no del presente. 
* ¿Quieres auto-engañarte?
- Prefiero decir, que quiero creer... que he cambiado. 
* Supongo que ya no volveremos a vernos, como aquella vez, ¿no?

Entradas populares