La mirada de la Amistad

Otra mañana más...."vaya pérdida de tiempo".


Se podía divisar la facultad desde aquí, acababa de coger unos libros e intenté averiguar alguna nota perdida...recuerdo que no hacía mucho calor, para la hora y época del año que tocaba, el tiempo era muy agradable. O tal vez ese sentimiento surgía de mis propios pensamientos...después de todo, agradables recuerdos me venían a la mente en aquella parada de autobús. Recordaba cariñosamente algunos momentos divertidos, que compartí con algunos compañeros....que, afortunadamente, empiezan a plantearte la duda de si deben ser considerados compañeros o amigos....jajaja, "yo y mis dilemas sobre la amistad"_te recordé en aquel instante_ "parece que no cambié demasiado después de todo"
De repente, algo se interpuso entre mi vista y mis pensamientos...
Eran dos, uno era bajito, unos 12-13 años, su ropa parecía bastante vieja, estaba sucia y desgastada. Su piel era intermedia entre la blanca y la negra...¿América Latina?...no, su acento es extraño, no parece saber hablar bien el español. El otro, un chaval blanco, de unos 16-17 años, aproximadamente mi estatura, hablaba español perfectamente...tenía una mano amistosamente pausada sobre el hombro del más pequeño. ¿Adopción? ¿para siempre o sólo para el verano? ¿amigos de toda la vida?...no tenía ni la menor idea de quiénes eran aquellos dos niños, ni tenía la menor idea de cuál era la historia que los unía....pero no puedo negar que atraparon toda mi atención y curiosidad...pecaré por cotilla, pero mi curiosidad es extrañamente altísima.
_ Oye, y tu padre, ¿qué hace en la vida?- preguntó el más pequeño al mayor.
_Mi padre es médico de familia - se notó cierto aire orgulloso en la voz de aquel chaval.
_¿Médico de familia? - el pequeño parecía extrañado, sobre todo cuando pronunció "de familia" - ¿y eso qué es?
_ Pues, ya sabes, mi padre estudió medicina, pero no se especializó. Él sabe de todo un poco, pero no mucho de cada cosa. Es director de un centro de salud ¿sabes? Cuando la gente está mala, va a verlo.
_ Am - el pequeño no pareció entender demasiado la respuesta, aunque se mostró conforme con ella - Tiene que ser muy buena persona si hace eso.
_ Bueno, la gente se lleva muy bien con él, pero, en casa cuando se enfada....odio cuando se enfada.


El autobús que me llevaría a Plaza de Armas, el seis, acababa de llegar. Los dos jóvenes pasaron por delante de mi y entraron en el autobús. Les seguí y me situé como suelo hacerlo, delante de la segunda puerta, de pie. Allí observé el autobús, no estaba demasiado lleno, para mi fortuna. Los dos chavales se pusieron cerca de mi posición. El mayor se quedó de pie en el lado opuesto al mío. El pequeño, por su parte, tomó asiento.


_ Ahí no puedes sentarte - el mayor sonreía mientras mencionaba las palabras a su amigo.
_¿Por qué no? ¿Es un asiento no? - el más pequeño contestaba seguro de sí mismo,como si supiera con toda la seguridad del mundo que su amigo le tomaba el pelo.
_ No, en realidad no. Es un asiento reservado para las personas mayores, discapacitadas o embarazadas...¿ves el dibujo a tu espalda? - la sonrisa de aquel chaval tenía algo extraordinario, algo que es difícil encontrar entre amigos. Su sonrisa era sincera, y demostraba cariño.
_ ¿En serio? ¿Reserváis asientos para esas personas?
_Sí, aunque la gente no lo suele respetar y se sienta de todas formas. Pero yo creo que no está bien sentarse en esos sitios.
_Vaya - parecía que aquellas palabras sorprendieron fuertemente al pequeño- Bueno, ahora mismo no hay nadie que lo necesite, así que me quedaré aquí. Además, ¿estoy embarazado sabes? - el pequeño empezó a reir a carcajadas. Su amigo, aún con la sonrisa puesta, le acompañó en aquellas risas.


El autobús estaba llegando a "La Barqueta".


_Tenemos que bajarnos aquí - le dijo el mayor al más pequeño.
_Vale, ahora nos paramos a comer los bocadillos ¿vale? ¡¡ Es que tengo mucha hambre ya !!
_ Como quieras, de todas formas, mi padre hoy llega tarde, así que estamos solos.


La mano del chaval mayor volvió a caer sobre el hombro de su amigo. Ambos salieron del autobús. Me quedé observando cómo iban distanciándose...¿o era yo quien se distanciaba?
Me fue imposible no reflexionar acerca del comportamiento de aquellos chavales. Es cierto que no tenía la menor idea de cuál era la historia que los unía....ni siquiera podía saber si se conocían desde hacía mucho tiempo, o si se conocieron ayer. Lo único que sabía, era que sus miradas y sus sonrisas les delataba como grandes amigos...era, sin duda alguna, la mirada de la Amistad...esa mirada que puedo recordar de tus ojos...o pero aún, esa mirada...que podía recordar en mis ojos.

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